Otra Rara Navidad

En el Círculo Polar Ártico ya están casi todos vacunados. Aunque parezca que la COVID19 no puede llegar hasta la bella localidad de Santa Claus Village en Rovaniemi (lugar de residencia favorito de Papá Noel), sí que llega.

Papá Noel ha confirmado hace unos días que está vacunado. Ha recibido la tercera dosis. Está más preparado que nunca para que sus planes de viaje no se vean gravemente alterados y los regalos lleguen a las casas de los niños. Podemos estar más tranquilos. Que sea viejecito no quiere decir que no esté en plena forma, sabemos que no deja ni una casa sin visitar durante la noche de Navidad.

En un pueblo de la Tramuntana Mallorquina, Alicia, una niña de 9 años, estaba muy preocupada por Papá Noel. A pesar de estar vacunado, podía contagiarse. ¿Y si se contagiaba en una casa donde no usaran mascarillas? ― pensaba Alicia.

― “Joulupukki”. Se me ha ocurrido algo―dijo Alicia en voz alta. Ponemos una señal reconocible en las ventanas, en las puertas o chimeneas de las casas. Así, cuando Papá Noel la vea, sabrá que entrar en la casa de esa familia es más seguro.

―Joulupukki, Joulupukki, Joulupukki. ¡Una bandera-mascarilla! ― dijo Alicia chascando tres veces sus dedos a la par que pronunciaba un Joulupukki.

― ¡Oh! No ―pensándolo mejor―algunos niños se quedarán sin sus regalos si sus padres no utilizan mascarillas. ¡Esto es injusto! Los padres de mi amiga Marlene no quieren vacunarse, se quedaría sin ellos. Aunque tampoco es justo que todos nos quedemos sin regalos si algunos no cumplen las medidas sanitarias.

¡Qué complicado es todo!

 Como en diciembre hace tanto frío, no podemos reunirnos en las terrazas si no hay estufas de exterior que nos mantengan calentitos. Estoy triste porque este año tampoco veré a mis abuelos por Navidad.  Mi Abu­­ Carmen está muy delicada y he oído decir a mamá que el abuelo Pepe ha perdido la ilusión por la Navidad. Echaré de menos la huella especial que va dejando (huele al jabón de lavanda que con cariño prepara la abuela) su sonrisa amable y esa mirada intensa con la que me arropa cada vez que cuenta alguna de las conmovedoras batallitas de su vida. Espero que se recupere pronto. No hay nada mejor que su olor a vainilla y canela, su suave voz y los dulces abrazos que recibo cuando las dos disfrutamos juntas. Papá y mamá dicen que es mejor que no nos juntemos todos. Quiero que vuelva la ilusión, el color, los olores, las risas, que nos reunamos todos los de la familia, cantemos villancicos, comamos turrón y nos den las mil jugando con mis primos. El año que viene, Joulupukki, el año que viene.

Puedo contarles a mis amigos la idea de la “bandera-mascarilla” y que convenzan a sus padres para que la cuelguen de las ventanas, las puertas o chimeneas. Entre todos, conseguiremos que los padres de Marlene se pongan la mascarilla. Marlene la utiliza en clase, y nosotros. ¿Por qué ellos no? ¿Tanto les cuesta? Al menos que la usen cuando estén en un sitio concurrido y en los interiores de las tiendas, restaurantes…

―Papá Noel ―si me escuchas―te dejaré una “mascarilla-bandera” en la chimenea y más en la puerta para que puedas cambiarte. Se lo diré a mis amigos, a ver qué les parece mi idea.

―Qué idea más buena, Alicia – comentaron sus amigos. Hasta a Juan se le ocurrió que nos llamásemos la pandilla “bande-masca”.

―Joulupukki, Joulupukki, Joulupukki, una “bandera-mascarilla” encontrarás en una casa segura para poder pasar―canturreó Alicia a la par que agitaba vigorosamente una gran bandera imaginaria.

Mientras tanto, una panda de virus quería acabar con Papá Noel para siempre. Llevaban dos Navidades tras él. Echaron un vistazo en varias casas y comprobaron que en todas había mascarillas, algunas incluso tenían el nombre de Noel. Este año tampoco conseguirían infectar a Papá Noel.

Llegó el día de Navidad. Papá Noel estaba rebosante de alegría. Sus pómulos relucían sonrosados y sus espesas y algodonadas cejas se levantaban juguetonas cada vez que reía con su cantarín “Jóu Jóu Jóu”.

― ¡Jóu Jóu Jóu! ¡Allá voy, pequeños! ― sonreía Papá Noel sentado sobre su mágico trineo.

― ¿Preparados Rodolfo, Relámpago, Trueno, Cupido, Cometa, Juguetón…?  ― dijo Papá Noel mientras pasaba revista a sus renos. Los renos asintieron. Rodolfo, que iba el primero, se puso tan contento que encendió su particular nariz roja. Ahora verían mucho mejor en la oscuridad.

Desde lo alto se divisaban muchas banderas ondeando en las chimeneas. Parecían mascarillas. ¿Habría convencido Alicia a los niños? “Joulupukki, Joulupukki, Joulupukki” ― ¡Va a ser que Sí! ― Dijo Papá Noel. No había visto tantas banderas juntas en toda su larga vida. Encontró mascarillas en las puertas de las casas, en las ventanas y en las chimeneas. Algunas, hasta tenían su nombre. Allá donde mirara, había mascarillas.

Cuando Papá Noel llegó a la casa de Alicia, cogió una hoja de un cuaderno rosa con dibujos de nubles blancas y ovejitas negras que tenía guardado en su mochila, y escribió una nota. Tras colocar todos los regalos uno a uno bajo el árbol, se acercó pensativo a la chimenea. Respiró profundamente y con lágrimas en los ojos balbuceó ―gracias, Alicia―al tiempo que dejaba la nota atada con un lazo rojo en la cuerda que recorría la chimenea de lado a lado y de la cual colgaban, en vez de los coloridos calcetines navideños, 3 mascarillas.

Querida Alicia,

En primer lugar, perdona por la osadía de arrancar una hoja de tu cuaderno. Si hubiera sabido antes que tu idea iba a funcionar, traería este mensaje escrito.

Los niños no dejáis de sorprenderme año tras año. Sois increíbles y maravillosos. ¡Lo habéis logrado!

¡Alipukki, Alipukki, Alipukki!

Gracias por cuidarme, Alicia. Nunca olvidaré lo que has hecho por mí y por todos los que te y nos rodean.

Cada Navidad, cuando pase por tu hogar, para mí será un momento especial. No lo olvides.

Noel

Alipukki, Alipukki, Alipukki, Joulupukki, Joulupukki, Joulupukki

#CuentosDeNavidad


¡Feliz Navidad a todos! Mi deseo y el mejor regalo que puedo tener es seguir disfrutando de todos vosotros durante todo el año que viene. ¡Feliz año, amigos!

P.D. Joulupukki es el nombre finés de Santa Claus o Papá Noel, y Alipukki es el nombre en “Pocimés” que le he dado a la protagonista de esta historia, porque en mi vida ella es la mayor protagonista. A primeros de año cumple ―quién los pillara―sus deseados, maravillosos y emocionantes 18 años. Seguirá enfrentándose a la vida con coraje y valentía, como es ella, abriendo nuevos horizontes. ¡Te quiero, hija! Sigue haciéndolo como hasta ahora, lo estás bordando. ¡Ah! y que seas adulta no quiere decir que de vez en cuando salga la niña que llevas dentro. Todos fuimos niños y vivimos momentos mágicos, alegres y vitales. No pierdas nunca la curiosidad ni dejes de sentirte joven, ni de renovarte. Disfruta las pequeñas cosas y escucha a tu niña interior, tiene lecciones aprendidas que te llevarán por buen camino hacia… donde tú quieras.

¿Echas de menos las imágenes?  Esta vez quería probar con el texto completo. Si has llegado hasta el final y te ha interesado, te dejo un regalo. Espero que lo disfrutes. Antes de descargarlo, puedes verlo completo. ¡Felices Fiestas, querido lector/lectora!  ¡Cuídate mucho!

¡Ah! Si lo compartes, menciona la fuente (@AngelesRzVz, Pócimas de Salud) ¡Gracias!

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